Del yo al nosotros

marzo 31, 2025

El reto

Mientras que la mayoría de las veces los futuros suelen ser tratados como predicciones lineales o «pronósticos de expertos», en Futuros Creativos creemos que imaginar futuros alternativos implica mucho más que observar tendencias o fenómenos aislados. Implica reconectar el análisis estructural con la acción personal, colectiva y situada.

La metodología del Triángulo de Futuros (Futures Triangle) del Dr. Sohail Inayatullah ha demostrado ser una herramienta poderosa para mapear cómo el peso del pasado, el impulso del presente y la atracción de futuros deseados interactúan en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, advertimos que el trabajo metodológico debe ser ampliado para que no solo nos lleve a entender el «sistema» sino también a mirarnos hacia adentro: ¿Cómo mis valores, barreras y microacciones personales también modelan el futuro?

Esta sesión de marzo, nos propusimos conectar esas dos dimensiones.

La propuesta de solución

Nuestro enfoque se basó en dos grandes movimientos:

  • Colectivo: trabajamos las tendencias «Desmoldado Verde» y «Hervor de Saberes» —publicadas en nuestro reporte Tendencetario— usando el Triángulo de Futuros tradicional para analizar fuerzas sociales, económicas y culturales.

  • Personalizado: introdujimos el «Triángulo de Futuros Personales», un modelo complementario que llevó a cada participante a identificar sus propios cimientos, barreras internas y acciones de cambio.

Creemos que para verdaderamente cocrear futuros significativos es necesario que las conversaciones:

  • Fomenten la diversidad de perspectivas: escuchar todo tipo de voces así como sus perspectivas y saberes.

  • Vayan más allá de señales individuales para trazar ecosistemas de sentido.

  • Activen la corresponsabilidad: entender que imaginar futuros también es construirlos.

Porque los futuros no son pronósticos, son campos de posibilidad que se abren cuando pensamos, sentimos y actuamos de manera más consciente.

Proceso

Paso 1 – Reconocernos

Antes de comenzar la exploración de tendencias, abrimos la sesión con un «bingo de afinidades» inspirado en la idea de descubrir puntos en común que muchas veces pasan desapercibidos. Cada participante colocó un punto en aquellas afirmaciones que resonaban con su experiencia: «Me gusta la jardinería», «Soy amante del café», «Disfruto caminar», «Tengo sueños lúcidos», «He cambiado de carrera recientemente» o «No uso redes sociales», entre otras.

A primera vista, el resultado mostró una diversidad rica de intereses y trayectorias. Sin embargo, al analizar más a fondo, emergieron patrones significativos que hablan de cómo sentimos y habitamos el presente:

  • Las personas participantes manifestaron hacer esfuerzos cotidianos para mantener un balance entre el contacto con naturaleza y la vida cotidiana: jardinería, caminatas, fotografía, viajes.

  • Muchas personas comparten intereses creativos y expresivos: escribir poesía, tocar instrumentos, resolver el cubo Rubik, hacer malabares.

  • Se detectó una curiosidad activa reflejada en la cantidad de cambios de carrera, aprendizajes autogestionados y experiencias de vida en el extranjero.

  • También se detectó una inclinación por formas alternativas de vida o consumo: rechazo a las redes sociales, hacer pan casero, preferencia por lo artesanal.

Este mapeo de afinidades revela que, antes de pensar en futuros posibles, necesitamos reconocer los valores, sueños y microrebeldías que ya viven en nosotros.

La distribución de respuestas mostró también tensiones: entre el deseo de conectividad y la necesidad de desconexión; entre la pasión por explorar el mundo y el anhelo de arraigo local.

En síntesis, lo que quedó claro es que no partimos de una «hoja en blanco» al imaginar futuros: llegamos con experiencias, afectos y saberes que moldean nuestras visiones y posibilidades. Este ejercicio permitió sembrar un clima de confianza, reconocimiento mutuo y empatía, elementos indispensables para abrir conversaciones profundas, humanas y esperanzadoras sobre los futuros que deseamos cocrear.

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Para poner un mismo tema sobre la mesa, les pedimos a los participantes que previamente revisaran las tendencias llamadas “Hervor de Saberes” y «Desmoldado Verde», publicadas en nuestro Tendencetario, el reporte de tendencias que publicamos desde Blackbot.

  1. Hervor de Saberes: sobre la transformación profunda de los modelos educativos, el desgaste del paradigma memorístico-industrial y el surgimiento de formas de aprendizaje basadas en la curiosidad, la autonomía y los saberes situados.
  2. Desmoldado Verde: sobre la resignificación del hábitat urbano, la ruptura con el imaginario de “progreso = concreto” y la necesidad urgente de repensar nuestras ciudades desde la regeneración ecológica y comunitaria.

🔍 Observación relevante: ambas tendencias, aunque enfocadas en territorios diferentes (ciudad y educación), comparten un trasfondo común: el deseo de desacoplarse de sistemas extractivistas y colonizadores para abrir caminos hacia futuros más sensibles, relacionales y regenerativos. No se trata solo de innovar, sino de sanar, reimaginar y reconectar.

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Paso 2 – Futures Triangle

El Triángulo de Futuros (Futures Triangle) es una herramienta desarrollada por Sohail Inayatullah en 1997 para mapear de manera visual y estratégica las dinámicas que configuran el futuro. A diferencia de los enfoques lineales que explican el cambio como una simple evolución de tendencias, el triángulo introduce una visión tridimensional: identifica tres fuerzas que interactúan en cualquier proceso de transformación.

  • La atracción del futuro son las imágenes, visiones, esperanzas o deseos colectivos que jalan hacia adelante, funcionando como faros orientadores.
  • El peso del pasado representa las estructuras históricas, tradiciones, instituciones y patrones culturales que actúan como anclas o resistencias al cambio.

  • El empuje del presente comprende las tendencias, disrupciones y factores actuales que nos impulsan en nuevas direcciones.

Al trabajar con estas tres fuerzas simultáneamente, el Triángulo de Futuros permite comprender no solo hacia dónde podríamos movernos, sino también qué fuerzas nos limitan o potencian. Además, ofrece una forma sencilla pero profunda de visualizar tensiones, resistencias y oportunidades dentro de sistemas complejos, abriendo la puerta a imaginar futuros alternativos de manera estratégica y crítica.

Fase 1 – Atracción del futuro

El grupo se dividió en dos equipos, cada uno de ellos trabajó con una de las tendencias propuestas, a continuación los resultados:

Tendencia 1: «Desmoldado Verde»: sueños de ciudades verdes, inclusivas, conectadas al territorio, con leyes más fuertes de sustentabilidad y una renovada esperanza en el vivir comunitario.

Tendencia 2: «Hervor de Saberes»: se visualizaron sistemas educativos más abiertos, personalizados y colaborativos, donde cada persona pueda construir su trayectoria de aprendizaje de manera orgánica. Futuros donde la curiosidad, la creatividad y los saberes situados sustituyen al adiestramiento estandarizado.

Fase 2 – Peso del pasado

Tendencia 1: «Desmoldado Verde»: el análisis reveló que el concreto, como metáfora de progreso, sigue moldeando la imaginación urbana. Persisten narrativas heredadas de modernidad desarrollista, donde «crecer» equivale a «cementar». Las técnicas ancestrales de construcción y los saberes locales han sido sistemáticamente marginados. Estas memorias pesan como anclas culturales que dificultan la transición hacia ciudades más vivas.

Tendencia 2: «Hervor de Saberes»: el pasado educativo aparece dominado por la lógica industrial: enseñanza memorística, jerarquía docente, evaluación homogénea y marginación de saberes alternativos. Estas estructuras, instaladas desde la revolución industrial, continúan reproduciendo desigualdades y limitando imaginaciones pedagógicas.

Fase 3 – Impulso del presente

Tendencia 1: «Desmoldado Verde»: el análisis reveló que el concreto, como metáfora de progreso, sigue moldeando la imaginación urbana. Persisten narrativas heredadas de modernidad desarrollista, donde «crecer» equivale a «cementar». Las técnicas ancestrales de construcción y los saberes locales han sido sistemáticamente marginados. Estas memorias pesan como anclas culturales que dificultan la transición hacia ciudades más vivas.

Tendencia 2: «Hervor de Saberes»: actualmente, la crisis climática, la escasez de recursos y los movimientos sociales por el derecho a la ciudad están empujando una transformación urbana. Hay una creciente presión por adoptar principios de arquitectura bioclimática, urbanismo regenerativo y movilidad sustentable. Estas fuerzas, aunque aún fragmentadas, ofrecen tracción para cuestionar el modelo extractivista de urbanización.

Fase 4 – Conclusiones

Las conversaciones alrededor de la tendencia de «Desmoldado Verde» expusieron una fractura profunda entre las aspiraciones de regeneración ecológica y los marcos simbólicos heredados que asocian el concreto con el éxito civilizatorio. No se trata simplemente de una transición material, sino de una batalla cultural por resignificar el sentido de «progreso» en las ciudades. La oportunidad estratégica radica en articular narrativas potentes que no sólo exalten los beneficios técnicos de habitar espacios regenerativos, sino que también movilicen afectos, memorias y aspiraciones de arraigo, comunidad y dignidad urbana. Sin un cambio en las imaginaciones colectivas, los esfuerzos arquitectónicos aislados corren el riesgo de ser fagocitados por la lógica extractivista dominante.

Por otro lado, en el «Hervor de Saberes», hervimos en tensiones entre inmediatez y profundidad, tecnología y humanismo, estandarización y diversidad. Se trata no solo de «tecnologizar» la educación, sino de rehumanizarla desde la diversidad cognitiva y cultural. Sin embargo, esta «rehumanización» no es un proceso espontáneo ni garantizado: enfrenta la resistencia de estructuras profundamente arraigadas que reproducen jerarquías de saber y valoran la eficiencia más que la significación. La paradoja actual es que, aunque el discurso educativo promueve la creatividad y la personalización, las prácticas dominantes siguen ancladas en lógicas de rendimiento y estandarización. El desafío crítico es transformar no sólo los contenidos, sino también las formas de relación, los marcos epistemológicos y las estructuras de poder en el aprendizaje.

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Paso 3 – Triángulo de Futuros Personales

Inspirado en la lógica del Triángulo de Futuros clásico, el Triángulo de Futuros Personales traslada la exploración de fuerzas estructurales hacia el plano íntimo. Reconoce que para transformar futuros colectivos también es necesario trabajar en los futuros individuales.

Este modelo se estructura en tres componentes:

  • Cimientos personales para el futuro: valores, lecciones y recursos internos que cada persona ha construido a lo largo de su vida y que desea conservar como guía para navegar la incertidumbre.
  • Barreras personales a superar: creencias limitantes, hábitos, patrones emocionales o narrativas internalizadas que dificultan el cambio deseado.
  • Acciones personales para el cambio: pasos prácticos, desarrollo de habilidades, transformación de rutinas o asunción de responsabilidades que permiten acercarse al futuro anhelado.

El Triángulo de Futuros Personales ayuda a visibilizar los paisajes interiores que condicionan nuestra capacidad de actuar sobre el mundo. Además, responde a un hallazgo neurocientífico clave: los mismos circuitos cerebrales que usamos para proyectar futuros están ligados a la memoria del pasado. Hacer conscientes nuestras anclas y recursos permite liberar espacio cognitivo y emocional para imaginar alternativas más genuinas.

Este trabajo introspectivo complementa el análisis estructural, reafirmando que los futuros se construyen tanto «afuera» en los sistemas, como «adentro» en nuestras propias narrativas, emociones y decisiones cotidianas.

Fase 1 – Cimientos personales para el futuro

Tendencia 1: «Desmoldado Verde»: se destacaron elementos como el respeto profundo por la naturaleza, el reconocimiento del valor de los espacios verdes, la empatía como práctica política y la búsqueda de coherencia entre el habitar físico y el emocional.

Tendencia 2: «Hervor de Saberes»: se reconocieron como bases esenciales la pasión por aprender, la búsqueda constante de conocimientos significativos, el deseo de compartir saberes con otras personas y el reconocimiento de la educación como acto colectivo y político.

Fase 2 – Barreras personales a superar

Tendencia 1: «Desmoldado Verde»: aparecieron obstáculos como la ansiedad asociada a la vida urbana, la inercia de estilos de vida consumistas, la desconexión entre vecinos, el miedo a proponer alternativas que desafíen el statu quo, y el hábito de delegar la responsabilidad ecológica a otros.

Tendencia 2: «Hervor de Saberes»: se expresaron miedos profundamente arraigados como el temor al fracaso, el juicio de figuras de autoridad, la sensación de no estar suficientemente capacitado, el agotamiento ante la burocracia educativa, y la presión de tener que validarse en sistemas que no valoran la autenticidad.

Fase 3 – Acciones personales para el cambio

Tendencia 1: «Desmoldado Verde»: entre las acciones planteadas se mencionaron la creación de huertos comunitarios o domésticos, la recuperación de especies locales, la enseñanza de prácticas de biofilia, la apropiación activa de espacios públicos, el fomento de caminatas barriales, y el intercambio de conocimientos sobre arquitectura sostenible o jardinería.

Tendencia 2: «Hervor de Saberes»: surgieron propuestas como diseñar guías autogestionadas de aprendizaje, crear espacios de mentoría intergeneracional, desacralizar el error como parte del proceso, abrir círculos de estudio horizontales y formar redes de intercambio de recursos educativos no institucionales.

Fase 4 – Conclusiones

El Triángulo de Futuros Personales aplicado a «Desmoldado Verde» reveló que muchas personas ya viven con sensibilidad ecológica, pero esa conciencia coexiste con emociones de impotencia, fragmentación y desgaste. Se hace evidente que la transformación ecológica no puede limitarse a la infraestructura: debe ser también un cambio afectivo y relacional. Las prácticas de cuidado de lo vivo no surgen del deber, sino del deseo. Por ello, las acciones más potentes no fueron las más técnicas, sino aquellas que recuperaban la dimensión simbólica de habitar: cuidar un limonero, invitar a los vecinos a conocer a los cacomixtles, conversar sobre el barrio. Estas microacciones, aunque pequeñas, configuran un horizonte alternativo donde el espacio urbano deja de ser un dispositivo de aislamiento y se convierte en un ecosistema emocional compartido.

Por otro lado, el Triángulo de Futuros Personales en «Hervor de Saberes» reveló la carga emocional que muchas personas llevan por haber atravesado sistemas educativos que priorizaron la obediencia sobre la creatividad. Las heridas que dejó ese modelo persisten, incluso cuando se intenta innovar: el miedo al juicio, la autoexigencia paralizante y la desconfianza en los propios saberes emergen como sombras. No obstante, también apareció una potencia colectiva: un hervidero de curiosidad indisciplinada, ganas de construir nuevas pedagogías desde la ternura, y voluntad de compartir sin jerarquías. El desafío no es solo cambiar lo que se enseña, sino cómo nos vinculamos al conocimiento, al error y al otro. La reconfiguración del futuro educativo pasa por reaprender a aprender sin miedo, en comunidad.

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Resultado

Pasamos a una fase de activación: identificar qué pasos concretos podríamos tomar para aumentar las posibilidades de futuros más justos, regenerativos y culturalmente coherentes con nuestros territorios y saberes. 

Esta fase estuvo profundamente anclada en el trabajo realizado con las herramientas del Triángulo de Futuros y del Triángulo de Futuros Personales. Los análisis previos permitieron a cada participante reconocer no solo las fuerzas estructurales (tendencias, pesos históricos y visiones futuras) que configuran nuestro presente, sino también los cimientos personales, barreras internas y acciones posibles que cada quien puede activar para habitar el cambio de forma coherente.

El momento de activación se dio en forma de conversación abierta. Las personas compartieron intuiciones, frustraciones, deseos y gestos cotidianos que ya están en marcha o que les gustaría empezar a cultivar. No se trató de diseñar grandes proyectos, sino de legitimar el valor de las microacciones: desde hablar con una vecina, sembrar una planta, hasta dejar de autoexigirse productividad constante.

¿Qué posibilidades se abren cuando reconocemos que el futuro también se construye desde lo pequeño?

Emergieron prácticas como:

  • Regalar plantas a otras personas como gesto de conexión con lo vivo.

  • Compartir saberes propios sin esperar validación institucional.

  • Abrirse a la incomodidad de conversar con personas que piensan distinto en el entorno inmediato.

  • Recuperar el placer de aprender sin expectativas de rendimiento.

¿Qué aprendimos de cada quien para comenzar a habitar de forma más coherente lo que imaginamos?

  • Que cada gesto cotidiano importa.

  • Que muchas de las semillas de futuros deseables ya están presentes en lo que sentimos, deseamos y nos atrevemos a decir en voz alta.

  • Que hacer espacio para imaginar juntas no es tiempo perdido, sino una forma profunda de activismo afectivo y político.

Cerrar con estas reflexiones permitiendo que cada participante externara su sentir fue muy importante porque en Futuros Creativos estamos convencidos de que los futuros además de ser planeados necesitan ser sentidos, nombrados y compartidos.

¿Qué es lo que piensas?

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